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Brujas Saprissa Kervin Lacey

Historias del fútbol tico

Saprissa vivió una auténtica noche de Brujas

Cuenta la leyenda que cada 31 de octubre, por la noche, las brujas salen en sus escobas a hacer de las suyas. Cuando escuchan esto, muchos creerían que se trata de la Edad Media, la literatura, la hechicería… pero jamás de fútbol.

Pues, crean o no, sí tienen relación. Y el mejor ejemplo de ello se dio el 31 de octubre del 2004, en el fútbol de Costa Rica. 

El hoy extinto equipo Brujas de Escazú hizo honor a su nombre y, la noche de brujas de aquel año consiguió una de las victorias más memorables de su corta existencia, ante un histórico Deportivo Saprissa.

Esa noche, en el estadio Ricardo Saprissa, los hechiceros derrotaron al entonces campeón nacional, que tenía 38 partidos sin perder como local, es decir, más de dos años sin caer. 

Con un hombre menos y de visita en la Cueva del Monstruo, Brujas remontó un marcador adverso para hacer vivir al Saprissa una noche de espanto.

A los 20 minutos de juego, los locales abrieron la cuenta gracias al gol de Álvaro Saborío. Con el marcador a favor y la posesión de la pelota, el equipo de Hernán Medford dominaba el juego a su gusto, y todo parecía mejorar cuando el defensor Berny Peña se fue expulsado al minuto 63’. 

Sin embargo, el Brujas cocinaba una proeza. Tras la expulsión, Berny Wright ingresó para remendar la defensa, pero terminó siendo pieza clave en el ataque. Al 74’, anotó el gol del empate, tras capturar un rebote en el área morada.

Sólo cuatro minutos después, José Francisco Porras encajó el segundo gol, obra de David Diach, en un contragolpe que el goleador brujo definió con una bicicleta y un zurdazo cruzado.

Y faltaba lo mejor del aquelarre. Al 91′, otra vez David Diach se acercó al área y realizó una serie de bicicletas antes de soltar un nuevo zurdazo. La pelota superó el esfuerzo de Porras y terminó al pie de la gradería sur, cerca del recordado “ojo del monstruo”.

Con el balón fuera del arco, el árbitro Walter Quesada dudó en validar el gol, y fue ahí donde se dio la imagen inolvidable de aquella noche de brujas: Kervin Lacey se asomó por el agujero que había quedado en las redes para mostrarle al silbatero la potencia del remate.

El Ricardo Saprissa fue un cementerio. En 15 minutos, Brujas pasó de ser cadáver, se levantó de la tumba para vencer 3-1 a un campeón que esa noche de Halloween recibió el susto de su vida.

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